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RETROSPECTIVA: FIRST APPROACH TO IMAMURA: «KAMIGAMI NO FUKAKI YOKUBO» («EL PROFUNDO DESEO DE LOS DIOSES», 1968) (AVISO: SE CUENTA ENTERA)

(PUBLICADO ORIGINALMENTE EL 24 DE JUNIO DE 2002. IMAGENES AÑADIDAS EN ESTA REPUBLICACION)

Hola a todos:
Como bien sabréis (Unos por la lectura del post donde preguntaba por él, otros posiblemente por mi breve intervención en el chat del viernes -al  final no me pilló el atasco :-)) – ) el viernes fui el representante de  «es.rec.cine» en la proyección de esta película de Imamura, dentro del ciclo que el CGAI de A Coruña le está dedicando.

Antes de comentaros mis impresiones sobre esta película, quisiera aprovechar para hacer una reflexión sobre un tópico muy repetido y que yo, en mi modesta opinión, creo falso: «En España hay afición al cine»… con todos mis respetos, en España puede ser que haya afición a «Asistir a proyecciones de últimos éxitos cinematográficos», o a «Decir que a uno le gusta el cine», o a «Socializar de diversas formas -más o menos escandalosas- en multisalas de cine»… pero cuando en una ciudad de 250.000 habitantes se proyecta, en una sala de características notables, (al ridículo precio de 1.2 euros la entrada normal y 0.6 la de estudiante) una película de un director de cine ganador dos veces de la Palma de Oro, un viernes por la tarde… y sólo asistimos 13 personas… que me perdonen, aqui NO hay afición al cine (algún día haré un OT para rebatir ese tópico, en su aplicación a la música, que es otra cosa que se repite mucho… :-)) ).

Como ya contaba, no soy ni muchísimo menos un gran conocedor de cine oriental (Salvo lo que conozco de la obra de Kurosawa). Entre eso y mi habitual necesidad de ver mínimo dos veces una película para hacerme una idea mas o menos fundada… pues no se lo que me saldrá aquí :-))

La película narra la llegada de Kariya, un ingeniero de Tokio a una pequeña isla todavia, fundamentalmente, anclada en la tradición, con el fin de buscar un manantial de agua dulce para incrementar la producción de caña de azúcar -cultivo que los nativos de la isla han adoptado, en vez de su tradicional arroz, con el fin de ganar mas dinero-. Allí conocerá a los Futori, una familia que es vista por el resto del pueblo -e incluso por ellos mismos- como maldita por los delitos cometidos por Nekichi, uno de los hijos, y condenada por ello por los dioses (Que son una referencia constante en la vida de la isla), habiendo sufrido la caida en su arrozal, por culpa de un maremoto, de una inmensa roca que Nekichi, encadenado, se ve obligado a taladrar para lograr su caida, a fin de recuperar su arrozal… y el prestigio de la familia.

Nekichi, además, se ve forzado a mantener una extraña relación con Uma, su hermana, a la que debe cuidar como una esposa despues de la pérdida de su marido… pero con la que no puede acostarse, pese a que lo desea. Uma esta considerada una de las sacerdotisas guardianes de un manantial (que no es usado por los habitantes ni siquiera para su propio consumo de agua) que se halla en la isla. Manantial que Kariya intentará sea explotado en beneficio de la compañia azucarera.

Obviamente, la posición inicial del pueblo será la negativa, procediendo a un «boicot» de todas las actividades emprendidas por Kariya para usar el agua del manantial, en vez de tener que realizar una perforación de un pozo lejos del lugar elegido para la planta, y tener con ello que establecer largas tuberías.

Poco a poco la presión y las promesas de cobrar no sólo mayores cantidades de dinero, sino de recibir el dinero que la azucarera les adeuda por el azucar del año pasado, van cambiando la mentalidad del pueblo… pero, el hecho de su traición a «los dioses» les hace volcarse contra los Futori. Despues del festival anual en su honor (de los dioses), Nekichi será acusado injustamente de la muerte de Unari Ryu (el cacique local) y Uma y el intentan escaparse a la «Isla de los Dioses» (un paraíso del que todo el mundo habla en la isla) pero son alcanzados por el resto de los isleños -entre los que está incluso el propio Kametaro, el hijo pequeño de la familia Futori, que sin embargo no participará en el asesinato- que matan a Nekichi y abandonan, atada en su barca, a Uma.

Kariya, que se enamoró y dejó embarazada a Neriko, la hermana disminuida de los Futori, la abandonará, volviendo a su vida de Tokio, con su mujer, que le había abandonado mientras él estaba en la isla, volviendo a la isla cinco años mas tarde, para hacerse cargo del complejo turístico que la corporación azucarera ha construido en la isla, Neriko, mientras tanto, murió esperándole.

La primera y general impresión de la película es la de estar ante una de esas grandes películas que «tiran de muchos hilos»: Estamos ante un Shakespeare, que alterna la tragedia más descarnada -la escena de la «caza humana»- con la comedia más burlesca (El acoso que sufre Kariya por parte de Neriko, o los boicots a los que son sometidos los estudios de terreno que realiza), pero tambien estamos ante una tragedia griega, donde una serie de personajes se enfrentan a su destino y a «los dioses», donde un Sísifo paga sus inexistentes pecados excavando una roca para provocar su caida…estamos en definitiva ante una obra por la que no puede pasar el tiempo, pues despues de siglos de historia, tecnología y (supuesta) civilización, los fantasmas que habitan en el corazón de los hombres y las sociedades siguen siendo los mismos.

¿Cual es «El profundo deseo de los dioses», ese plan divino que los habitantes de la isla desearian conocer? Pues… ninguno, puesto que la «lección» de la pelicula es que los dioses no existen; perdon, si que existen y son los propios hombres (No solo es ya una «intuición» que va tomando cuerpo en el espectador a medida que, avanzando la película y conociendo a los personajes y la isla, sino que al final, poco antes de morir, es Uma la que le dice a Nekichi un muy revelador «¡Que bonito sería que nosotros fuesemos los dioses!» A lo que Nekichi sólo sabe contestar con el llanto desesperado de quien sabe que los únicos dioses que hay en la isla, los únicos herederos de su propio legado son los que vienen en las barcas, dispuestos a asesinarles.

Otras escenas en ese sentido nos hacen ver el punto de vista de Imamura: «Los dioses» no atienden los ruegos del anciano patriarca para que el viento dé el ultimo empujón a la roca (Que si caerá, sin embargo, debido al intento de lapidación que Uma y Nekichi sufren dentro del agujero por parte del resto de los isleños)… El pueblo, el único Dios, ha abandonado el legado de «conocimiento» que en su propia isla disfrutó durante muchos años («Ahora ya no plantan arroz, nosotros si» dira el patriarca), para venderse a las promesas de un mundo donde los dioses -aquí sí que entendidos como aquello que de positivo y humano hay en la vida- hace mucho tiempo que
murieron.

Las tres horas de metraje nunca se llegan a notar, aun teniendo el «tempo» típico del cine -y del arte en general- japonés, la historia transcurre a su ritmo… y, aunque al princpio puede costar un poco, en cuanto «somos parte de la isla» nuestro tiempo es el suyo.

Precisamente, otra de las bondades de esta película es el «camino» que el espectador recorre en ella. Imamura nos muestra el «universo» de la película, al principio, de un modo más alejado, más extraño… no porque no lo ame: sino porque, precisamente, es como un forastero lo vería. A medida que nos adentramos mas y mas en la trama, que conocemos a las gentes, sus pasiones y deseos, que nos identificamos u odiamos a la gente (ahi es donde Imamura se permite la amabilidad, la cortesia ante el «invitado» : ))) de
las deliciosas escenas «de comedia» con la relación entre Neriko y Kariya, o los ya comentados y frustrados intentos de trabajo de Kariya).

Algo que si se advierte en la película, y yo ya sabía a priori sobre Imamura, es el simbolismo en sus películas. Las metáforas, relativas en
este caso sobre todo a animales, están muy presentes en toda la película… aunque ahí si que noto, a la hora de ordenar mis ideas, la falta de un segundo pase. Tengo mis opiniones al respecto, pero prefiero no exponerlas porque no estoy seguro de estar poniendo cosas de mi parte que luego no existan.

Desde luego, valieron la pena los 120 km (ida+vuelta) para descubrir a un gran cineasta y a una gran película… y espero, como siempre que hayáis difrutado de este post tanto como yo lo he hecho escribiendolo.

Saludos desde la esquinita del N.O.


«Partiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cotas de miseria»
(Groucho Marx)

4 Respuestas a “RETROSPECTIVA: FIRST APPROACH TO IMAMURA: «KAMIGAMI NO FUKAKI YOKUBO» («EL PROFUNDO DESEO DE LOS DIOSES», 1968) (AVISO: SE CUENTA ENTERA)

  1. ukiki ⋅

    excelente post

    • Hola! me alegra especialmente que te haya gustado. Aun así, soy crítico conmigo mismo y se que ver la película una segunda vez afinaría mucho la crítica.

      Por cierto ¿como llegaste a este blog? Lo pregunto sólo por curiosidad, ya que es un blog pequeño, muy poco publicitado, y tengo curiosidad por saber como llegan aquí los pocos ;( lectores que llegan.

      Gracias y Saludos!!

  2. Marianne

    Hola, de acuerdo contigo. Yo soy amante del cine y pienso como tú respecto a la cultura que hay en este país, en líneas generales, sobre cine. Respecto a la música, más de lo mismo. Una verdadera pena. Conciertos musicales de calidad y las salas casi vacías y encima con entrada gratis. No se valora la cultura, porque no se educa en esos valores. Espero que esto cambie a partir del 20D. Gracias por tus texto, te felicito.

    • Hola!! Ante todo pido disculpas por el retraso en contestar (me pillaste en el extranjero y liado con cosas de trabajo) y muchas gracias por el elogio a los textos, el tiempo dedicado a escribir y tu respuesta. Efectivamente, el panorama cultural español es un verdadero desierto… y lo peor de todo es que pareciera que la sociedad ha comenzado un descenso en cada libre… del que se sienten orgullosos!! Decía Julian Marías en una entrevista que leía hace poco que, aunque este país no ha sido nunca ningún ágora cultural, en los 80 se vivía una especie de despegue de la cultura, de la valoración de la lectura, la formación, el pensar, reflexionar y debatir… y con los 90 todo se vino abajo, nos creímos un país rico y moderno, y no éramos ninguna de esas dos cosas. y ese engreimiento dio lugar a la miseria cultural actual. Una pena.

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